viernes, 1 de abril de 2011

La fidelidad no entiende de medallas


Desde hace algunos años las hermandades han tomado la costumbre de premiar la fidelidad de aquellos que celebran cifras redondas de pertenencia a una nómina de hermanos por medio de presentes, ya sean por medio de cuadros, medallas o pergaminos que vienen a reconocer la vinculación de sus hermanos con su cofradía.
Hay veces que estas medallas las reciben hermanos que han pisado poco, muy poco la hermandad, y casos donde este reconocimiento se queda corto, porque estuvieron siempre, sin importarle quienes estuvieran rigiendo los destinos de la misma, porque siempre acudieron a ella sin importarles más allá que sus propias devociones y haciendo bueno esa divisa de Ante todo la Hermandad.
Cincuenta años, pueden ser muchos en una vida o pocos, muy pocos, en corporaciones que arrastran siglos a sus espaldas, pero la lealtad a unas formas, a un saber estar y a una devoción está muy por encima de tantas políticas vitales que nos llevan incluso, consciente o inconscientemente, a poder dinamitar lo que más queremos.
Por, todo ello, porque la fidelidad no entiende de medallas, felicitamos desde aquí a Rafael, y a Manolo por esos cincuenta años, que para nosotros son toda una vida, porque nuestra hermandad, al menos para mi, no tendría sentido si ellos, como otros muchos, no estuvieran para enseñarnos esas formas y ese saber estar que ellos aprendieron de aquellos cofrades de antaño a los que nunca les dieron un premio a la fidelidad, porque no hay mayor agasajo que la de ser y sentirse querido en su propia casa.
(Fotografía: José Ramón Ríos - El Niño Frito)

1 comentario:

R. Ríos dijo...

Muchísimas gracias Pepe Luis, por tener este detalle con mi padre. Le diré que se lo lea, porque sé que le hará mucha ilusión.

Gracias, de verdad, de todo corazón. Un fuerte abrazo