jueves, 23 de diciembre de 2010

Las luces de la Navidad


Llevamos varios días queriendo escribir sobre la -un año más- desafortunada iluminación navideña de nuestra ciudad, carente del sentido propio de estas fechas a las que algunos se empeñan ya en llamar del solsiticio de invierno por pura provocación y de como por contra nos encontramos cada vez  más en los balcones las colgaduras anunciando la venida del Niño Dios.
Así andábamos hasta que ayer nos reencontramos con la Luz de la Navidad, esa que vive en la sonrisa de los niños hospitalizados en el Virgen del Rocío, que ayer recibieron la visita del Cartero, este año Cartera, Real.
Allí, en un recorrido por el Infantil, mientras la televisión reproducía el soniquete que repartían los niños de San Ildefonso con sus premios de pedreas y gordos, nosotros repartíamos caramelos y la mejor de nuestras sonrisas para esos otros niños, mientras que mirábamos a los ojos de esos padres y de esos abuelos tratando de aunque fuera por un minuto poder compartir esa procesión que sólo ellos llevan por dentro, buscando escuchar en esos momentos el premio gordo de una curación general que dejara solas para siempre aquellas salas...
Y allí, entre las cabeceras de las camas, nos encontramos con las manos del Cisquero, con la mirada de la Virgen de la Esperanza, con la alegría trianera de nuestra Virgen Chiquita, clavos ardiendo a los que aferrarse cuando la ciencia en muchos casos no da para remediar sus vidas...
Allí estaban las luces de la navidad que no encontrabamos en nuestras calles, la sonrisa de aquellos niños que demandan salud y la mirada de aquellos padres peticionarios de esperanza, las luces que no se apagan durante todo el año porque la enfermedad castiga siempre, sin entender de edades ni de clases...
Y así, cuando llegamos a casa, encendimos el Nacimiento, abrazamos a María y suspiramos porque un año más no nos había tocado nada en la loteria... porque para que queremos mejor premio, si esta noche podremos quedarnos mansamente dormidos con la tranquilidad de que los nuestros tienen ese gordo que se llama la salud.

2 comentarios:

Juan Antonio ( Amaneceres mios) dijo...

Bendita salud que nunca nos falte y benditos aquellos que se dan para alegria de otros.Muchas felicidades.

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Felicidades Pepe Luís.
Saludos