Confieso, y para ser sincero, que no pocas veces la verdad, he ido a los toros no por los cabezas de cartel que se anunciaban con grandes letras, sino para admirar la torería de la gente de plata, de esos peones capaces de descubrir a su matador las bondades o cualidades de un toro por uno u otro pitón, mientras que su jefe de filas, hasta ese momento, aunque lo negaran después, no le veían a su enemigo más allá que las intenciones.
Hay toreros de plata que han sido de nuestra total predilección y que por el sólo hecho de ir con tal o cual matador ha permitido que a diferencia de otros, que pasaban totalmente desapercibidos, esperáramos de estos matadores mucho más que lo que realmente en principio podríamos esperar. Y es que el valor seguro de llevar un buen peón, en muchas ocasiones nos aseguraba que al menos esa tarde veríamos lo que en estos tiempos es tan dificil, una brega bien hecha o un perfecto par de banderillas.
Recordamos a grandes peones, pero sin duda Curro Molina era y es uno de nuestros preferidos, sin detrimento de sus jefes de filas (Finito y Castella en los últimos años) y aún lo recordamos con aquel traje verde botella y plata un día del Corpus de hace ya un montón de años, o aquella tarde en que el olé más rotundo en la Maestranza se lo llevó este figurón del toreo, que para ser figura no hace falta ir vestido de oro, mietras rompía a sonar la música en la Maestranza tras un capotazo por bajo que se llevaba al toro suavemente embebido en el vuelo de su capote camino del burladero.
Por no olvidar aquellos pares de banderillas en todo lo alto, impresionantes, que lo hicieron triunfar hasta hace bien poco en todas las grandes ferias de las Españas.
Hace unos días nos enteramos de que Curro Molina, por una lesión que no termina de curar, decía adiós al traje de luces y con él a la brega con la suavidad de la seda y a los pares de banderillas cargados de torería y empaque.
Duele, que una lesión aparte así a un torero que hasta hace bien poco estaba en lo mejor de su carrera, sin ir más lejos pudimos difrutarlo esta pasada feria de Abril, pero queremos hacer patente nuestra admiración para una figura con mayúsculas, porque cuando se habla de profesionales no se entiende de estamentos ni de escalafones y sí de figuras del toreo, y Curro Molina era, y es, una autentica figura de nuestro tiempo.
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