Con lluvia, con frío, con granizo, con el aroma del pan nuevo de cada día y la humedad que se mete por los agrietados muros, ha llegado una vez más Diciembre, deshojando de nuevo el calendario de este otoño del que dicen que algunos esperaban cambios y que hoy, desesperanzados y descabezados, sólo se esconden tras las máscaras trasnochadas de un carnaval que no llega. Mucho nos tememos, tras escuchar las noticias de hoy, que el invierno será aún más duro y veremos a ver como llegan o llegamos, que la crisis va mucho más allá, a la primavera.
Pero con Diciembre llegaran tantos ritos, desde volver a buscar esa obra de aquel poeta maldito en la feria del libro viejo, a buscar en lo más alto del cielo una bandera que siempre fue divisa de esta tierra, o a subir a la terraza para buscar ese musgo que se convertirá en yerba fresca que adornará el Nacimiento…
Diciembre y sus cosas, Diciembre y sus ritos, Diciembre que siempre llega, Diciembre que siempre vuelve.
Y volveremos a cantar, porque que sería de Diciembre sin sus sonidos, canciones de ayer, trovas de seise azul, campanilleros de siempre por Sierpes o Cerrajeria, tres golpes de panderetas a los pies de la Pura y Limpia y el trinar de un laúd verdemar entre flores frescas y velas… Suenan coplas de Miguel del Cid y en las piedras milenarias aún resuenan los sones del Magnificat en las voces de las agustinas en la novena, Diciembre que también calla, que el silencio fue también musica callada de Caridad a manos llenas...
Y es que con el sabor del ajonjolí y el aroma de la alhucema quemada, con unos bollos de Santa Inés de sobremesa, mientras tras los cristales mas que llover, diluvia, nos ha llegado Diciembre, el mes que aguarda de principio a fin; entre gozos y una dulce espera; el mes que revive eterno siempre en unas manos que se ofrecen y en las coronas bordadas, majestad del Poder, de una túnica persa.
Fotografia: Antonio Sanchez
No hay comentarios:
Publicar un comentario