Dicen que no hay mejores ni mayores amores, que aquellos que además de sinceros te son correspondidos, dicen que no hay amores que más te marquen que aquellos amores primeros, que por mucho que pasen en la vida serán para siempre, ese que te elige y tú eliges sin entender ni el como ni el porque y que siempre está ahí como referente de tu existencia. Algo así es lo que nos ocurre, con nuestra Hermandad del Rocío de Triana.
Nunca olvidaremos aquellas novenas en Santa Ana con el incensario o la pértiga de la paloma, que cada año por Pascua florida nos esperaba, con ese altar con reminiscencia de San Jacinto y Paco Astolfi, con la carreta de los infantes y la solemnidad de las cosas bien hechas. Tanta Triana aprendimos en aquellas novenas, de abanicos y suspiros trianeros, de señoras en los primeros bancos, de toses de asfixia por el humo del incensario, de medias sonrisas y guiños de ojos al vernos vestidos con el ropón verde, que hoy, cuando todo eso ha pasado, nuestra fidelidad volverá a ser correspondida cuando el Simpecado, recorra la Cava y nos reencontremos con la Virgen Chiquitita por sus calles o en cualquiera de estos nueve días sentado en una silla de la Real Parroquia trianera.
Y volveremos a ser aquel adolescente, casi imberbe que esperaba en la sacristía de Santa Ana, al que un día transmitieron tantas cosas y que hoy sólo sueña con que llegue el día de legarlas a quienes ya viene soñando con un Pentecostés de marismas.
Hoy como cada año, el Simpecado volverá de Evangelista a Santa Ana entre una alfombra de romero y balcones engalanados y volveremos a disfrutar como la primera vez que nos invitaron a cogerlo y recordaremos aquellas palabras de un viejo trianero de los de San Jacinto:
"-Niño coge alto el Simpecado, para que lo vean bien las señoras de los balcones…"
Triana, siempre Triana, Rocío siempre y el Simpecado alto, hoy se colgaran los balcones y las calles con romero, como aquella sevillana de siempre, hoy por Triana cruzará ese cachito de cielo en el que se enmarca la Madre de Dios y yo, enamorado, iré junto a Ella, soñando con quienes ya seguro sueñan con Ella, de tanto como le pedimos, para que no se salgan de su senda y les quede el legado de ese amor que su padre hoy proclama a los cuatro vientos.
Hay amores que marcan y dejan huella y seguramente nuestra vida no sería la misma si no estuviera en Ella nuestra Virgen Chiquitita.
Hoy, con la luz del anochecer llegará a Santa Ana, el Milagroso Simpecado de la Virgen del Rocío, sonaran altos los cohetes, sonaran los sones que Celedonio aprendió de su padre Carmelo, sonarán las sevillanas de siempre, esas que dicen que una Hermandad de gloria nació en la Cava, pero nosotros paralizados por la emoción sólo atinaremos, como tantos otros días al pasar por su puerta a murmurar para nuestros adentros, aquel Ave María por sevillanas que dice:
"Dios te Salve María Sol y Rocío..."
3 comentarios:
¡VIVA LA VIRGEN DEL ROCÍO!
Felicidades por el traslado que como siempre os saldrá maravilloso y por tu entrada llena de vivencias y recuerdos.
Un abrazo.
Es que la Virgen del Rocío es muy grande y nos marca para toda la vida.
¡Viva la Virgen del Rocío!
Preciosa entrada, hoy has tocado mi fibra sensible aunque yo soy hermana de otra de las Hermandades antiguas, la de Espartinas con la que he podido hacer el camino en varios años.
Mi madre le tenía mucho devoción a la Virgen del Rocio y cuando murió llevamos sus cenizas al columbario que puso Almonte al laito de la Marisma en donde descansa eternamente al laito de Ella.
Saludos
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