viernes, 30 de enero de 2009

La calle de la Muerte


Era una calle en Sevilla, por la que nos gustaba transitar en Semana Santa para ir por ejemplo desde la Alcazaba a la Alfalfa los Miércoles Santo, por la que recortábamos desde Mateos Gago para ir al Antigüedades en las noches de los jueves de tertulia. Desde hace ya once años, Dios mío, como pasa la vida, un amigo de los de todos los jueves, hoy feliz padre de familia y por aquel entonces leguleyo de carpeta bajo el brazo no ha vuelto a pisar aquella calle. Es la calle D. Remondo, donde un día un hijo de puta con todas las letras tiñó con la sangre de dos inocentes aquellas flores, que una madre llevaba para que sus niños celebraran en el colegio al día siguiente, por casualidades del destino, la Jornada Mundial de la Paz.
Han pasado once años desde que aquella calle se convirtiera para mi en la calle alegre donde triunfaba la vida de nuestra ciudad en los días llenos de vida de la primavera, para ser la calle de la Muerte, casi se pueden contar las veces que he vuelto a pasar por la misma en todo este tiempo, siempre el mismo escalofrío, mi mirada evita siempre buscar el impacto en la pared que aún por allí anda y al mirar al suelo parece que buscaramos en los adoquines algún resto que pudiera devolver a la vida a dos jóvenes padres que venían de eso tan nuestro como es tomar una copa entre amigos.
Conocimos a Alberto en una campaña electoral que llevaría a Soledad Becerril a la alcaldía años antes, cruzamos entonces apenas algunas palabras, pero recuerdamos como una tarde de Navidad , sus últimas Navidades, nos saludo y nos felicitó las Pascuas por Triana acompañado de su mujer y de sus niños, recuerdo cuanto hizo por nuestro barrio este "alcalde" de Triana del que nos consta, como aún hoy hay quienes lo echan de menos cuando se acerca la corporación municipal bajo mazas en las grandes solemnidades.
Hoy, como entonces, ni perdono ni olvido, y como cada 30 de Enero y como cada día que me acerco a las esquinas de aquella calle, en otros tiempos querida y hoy maldita para mi, va mi recuerdo a quienes, murieron simplemente por pensar como todos (o casi todos) pensamos.
Por eso cuando curiosamente hoy, desde un titular de un periódico se le da cobertura a esta banda de asesinos para que celebren los cincuenta años desde que llenaron de terror las existencia de tantos y ellos mismo anuncian que seguirán haciendo lo único que saben en virtud de la supuesta libertad de ciertos territorios, seguir matando, sólo espero que esos que como nosotros esta mañana también han leído ese titular, ni se les ocurra volver a negociar con aquellos que un día nos arrebataron no sólo a Alberto y Ascen, sino también a Muñoz Cariñanos y a tantos otros.
Sevilla nunca olvida y los sevillanos, manque algunos les pese nunca olvidaremos lo que sentimos aquellos días de finales de enero de hace ya once años.