viernes, 2 de octubre de 2009

Tu llegada

A esa misma hora, que un día de enero volvemos a ser como niños ante la ilusión de ver pasar la cabalgata, a esa misma hora que el día de la Epifanía ha sido derramada la primera cera del año en esa plaza donde jugarás pronto...
A esa misma hora en que el palio de la Virgen del Dulce Nombre, da la revirá en Las Cortes a los sones de Sevilla Cofradiera, a esa mismas horas altas del Jueves Santo, mientras que cruza Sevilla, el misterio de la Quinta Angustia, el Señor de Pasión y la Virgen del Valle, y en una habitación de la casa que ya te aguarda, se inicia el rito heredado que no aprendido de las generaciones que nos precedieron; tanto a ti, María, como a este aprendiz de la vida; previo a vestirnos de nazareno para acompañar al que Todo lo Puede y a su Madre Traspasada...
A esa hora, en que se encienden las primeras luces del Real y en el Punto y el Bar Arenal, se apuran las últimas cervezas entre tertulias de aficionados que cuentan lo que han vivido en una tarde de toros en Sevilla...
A esa misma hora María, en que una tarde de mayo, te acercaremos a contemplar esa puesta de sol de Triana, que es el mejor regalo que te brindará la vida, cuando vayas de nuestra mano a ver como vuelve la Virgen del Rocío, de vuelta de la marisma por la calle Castilla...

A esa misma hora... amanecías a la vida y dede entonces sólo tú tienes importancia en las nuestras.

Y todo eso y mucho más... a esa misma hora, veintiuna y cuarenta y cinco, eras sol naciente a la vida, y desde entonces, mi niña, ya sólo tenemos ojos para ti, nuestras vidas, es marcada por el reloj acompasado que marca el compás de tus latidos,y nuestros desvelos van encaminados a verte crecer en hermosura e inteligencia.
En tus ojos de azabache se desprenden reflejos de antiguos olivares dorados, el color del padre Betis cuando pasa por Córdoba, el azul del cielo que se refleja en sus aguas entre Sevilla y Triana y la luz que resplandece en los atardeceres sanluqueños, legados que recibimos y que iremos poniendo cada día en tus manitas, para llenarlos de amor y de cariño.
A las veintiuna y cuarenta y cinco, venías a este mundo lleno de verdades y de mentiras, de intolerancias y de injusticias, pero también lleno de amores desprendidos, que un día quedaran prendados de tu mirada, pero hasta que eso ocurra, tus padres, mi vida, estaremos cada día velándote y cuidándote, dándote y recibiendo, que no hay mayor premio que cubrirnos de tu mirada cada mañana y darte un beso de buenas noches.
La vida que ha llegado contigo y que ha unificado que latan nuestros corazones sólo al compás de tu latido.

7 comentarios:

Diego Romero dijo...

A esa hora, se llenó de luz un Soberao muy sevillano.

Enhorabuena, San Lorenzo tiene dos nuevas retinas donde reflejarse.

Lorenzo Blanco dijo...

Dicen, don Pepeluis, que a la Virgen del Dulce Nombre le ha caido una sexta lágrima. Indudablemente, de alegría.

Saludos amigo

El Pasmo de Triana dijo...

Aquí se escribe y bien.
Felicidades, María. Porque tienes un padre torero.

Fdo: Juan Belmonte, matador de toros.

Reyes dijo...

Enhorabuena. Sólo puedo desearte toda la felicidad del mundo.

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Cuando María tenga uso de razón le bastará leer esta entrada para saber lo que es el amor de unos padres que además saben decirlo muy bonito.
Feliidades y enhorabuena

Elena Moreno dijo...

Mi más sincera felicitación, Pepe Luis. Porque ahora tienes la Rosa en tu casa. Entenderás de la sonrisa de la Madre cuando la lleves a verLa.

Un abrazo

@ManoloRL dijo...

Otra Rosa en san Lorenzo...