Hace un cuarto de siglo de aquella efemérides de la coronación de la Esperanza y lo recordamos como si fuera ayer, cuando Triana la despedía en el Altozano aquella tarde nublada de Junio en el que de su mano cruzamos el puente junto a su paso o aquella vuelta de la Señora de la Arrogancia Coronada en aquella eterna madrugada de Triana con su Esperanza.
Veinticinco años después, la calle de Zaragoza, bien parecía una más del Arrabal, Puerta, Collación y Guarda, que de la collación de la Magdalena, sus balcones engalanados aguardaban a la Esperanza, que volvía tras recordar esa efemérides de su Coronación Canónica.
Desde un balcón, aguardábamos a nuestra Esperanza, y Ella, como una novia que sabía de la espera de su enamorado, retrasaba su llegada, quizás para llegar más guapa, quizás para mostrarse más bella en su arrogancia de niña guapa trianera.
Veinticinco años de espera, para volver a cruzar el puente de tu mano, venticinco años de espera desde aquella madrugada para volver a sentirnos tan de nuestro barrio como la Boca del León o el palo de la Cucaña...
Veinticinco años, toda una vida, cuando conversábamos con ese que hoy tan bien te conoce y te susurra al oído cuanto te quiere mientras te pone tan guapa, para que parezca que por ti nunca han pasado los tiempos y eres la misma rosa temprana que en San Jacinto se guardaba.
Como una riada de amor, llegó a nuestro balcón la Esperanza, llovieron pétalos del cielo y con los ojos cuajados de lágrimas abrazados a quienes tanto queremos te pedimos Spes Nostra, que así que pasen veinticinco años, nos reencontremos contigo y como entonces, hace cinco lustros y como esta madrugada, volvamos al barrio cruzando de tu mano el puente, cuando la brisa del río vuelva a darte en la cara y lleves delante a Sevilla entera, aunque no podamos verte de frente y como en el romancillo de Florencio, nos duela no verte la cara, per que más da, si el tiempo pasa, veinticinco que ya entonces, si Tú quieres, serán cincuenta, y en el río como hoy, y como ayer volveran a reflejarse la luces que dicen que Tú eres de Triana su Esperanza.
Veinticinco años después, la calle de Zaragoza, bien parecía una más del Arrabal, Puerta, Collación y Guarda, que de la collación de la Magdalena, sus balcones engalanados aguardaban a la Esperanza, que volvía tras recordar esa efemérides de su Coronación Canónica.
Desde un balcón, aguardábamos a nuestra Esperanza, y Ella, como una novia que sabía de la espera de su enamorado, retrasaba su llegada, quizás para llegar más guapa, quizás para mostrarse más bella en su arrogancia de niña guapa trianera.
Veinticinco años de espera, para volver a cruzar el puente de tu mano, venticinco años de espera desde aquella madrugada para volver a sentirnos tan de nuestro barrio como la Boca del León o el palo de la Cucaña...
Veinticinco años, toda una vida, cuando conversábamos con ese que hoy tan bien te conoce y te susurra al oído cuanto te quiere mientras te pone tan guapa, para que parezca que por ti nunca han pasado los tiempos y eres la misma rosa temprana que en San Jacinto se guardaba.
Como una riada de amor, llegó a nuestro balcón la Esperanza, llovieron pétalos del cielo y con los ojos cuajados de lágrimas abrazados a quienes tanto queremos te pedimos Spes Nostra, que así que pasen veinticinco años, nos reencontremos contigo y como entonces, hace cinco lustros y como esta madrugada, volvamos al barrio cruzando de tu mano el puente, cuando la brisa del río vuelva a darte en la cara y lleves delante a Sevilla entera, aunque no podamos verte de frente y como en el romancillo de Florencio, nos duela no verte la cara, per que más da, si el tiempo pasa, veinticinco que ya entonces, si Tú quieres, serán cincuenta, y en el río como hoy, y como ayer volveran a reflejarse la luces que dicen que Tú eres de Triana su Esperanza.
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