lunes, 5 de noviembre de 2018

El misterio de la naturalidad





Decía el genial Rafael El Gallo que "Torear es tener un misterio que decir... y decirlo" y si complicado es a veces para el aficionado ver y entender ese misterio que sucede en el ruedo, no lo es menos contarlo, porque la Fiesta permite que dos personas, sentadas en el mismo tendido, puedan ver la misma faena con visiones distintas. Pero el misterio del toreo viene de quien dibuja los lances sobre la arena, por eso es tan importante acercarse a aquello que nace del interior del artista.

Por eso siempre debemos de valorar, como bien dice Jesús Soto de Paula en su obra Torerías y Diabluras, que "Un torero antes de decir a los demás debe decirse a si mismo" […], porque por esa misma diablesca cuestión, han sido sólo muy pocos los escogidos los que han sabido decirse asimismo y como consecuencia de su decirse, decir a los demás. “

Esa fidelidad a unas formas propias - ni mejores ni peores-, que algunos toreros han llevado por bandera, son las que han nutrido a la Fiesta y las que, unidas al misterio de su verdad, llegan al aficionado brindando tardes inolvidables, que quedaron para siempre en el recuerdo de los que los vieron, y que en algunos casos se transmitieron en el tiempo por generaciones.

Hay cualidades que los toreros pueden aprender cómo puede ser la técnica, pero si hay un misterio que algunos persiguen de manera casi enfermiza, es aquel que nace del interior del artista, ese que es innato y que, no se enseña ni en los videos ni en las Escuelas, pero que se se forja en el día a día del toreo de salón, este no es otro que el de la naturalidad. De la mano de la naturalidad, vienen la pureza y la gracia, y emanada de ella nos llega el toreo eterno.

Hoy iniciamos esta serie de cartuchos, en los que pretendemos contar nuestra visión del misterio que es la tauromaquia, en la que sin el tótem del toro no hay emoción, porque en la más grande de las Bellas Artes, es la vida del artista, la que se ofrece en sacrificio convertida en un lienzo blanco o en un pentagrama vacío, la del arte que sale del interior del torero, para conseguir emocionar al espectador, cuando sobre el albero un capote se mece a la verónica o en la roja franela que -mágica y pinturera- se despliega en el tercio, siempre con la naturalidad por bandera... 

(Y la bandera, por supuesto, verdiblanca… Viva er Betis manque pierda!!!)

Del Cartucho de Pepe Luis en el programa Verde y Oro de Radio Betis 05/11/2018
Foto: Alvaro Pastor Torres @apastort

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