La corrida que ponía punto y final al abono sevillano, venía precedida por un ambiente de lujo -y no precisamente por la presencia de la Duquesa y su prometido en la barrera del 4- con un lleno en los tendidos, para ver a los dos grandes triunfadores de la temporada, El Juli y Manzanares, tanto en Sevilla como fuera de ella y por delante a Curro Díaz que fue a la postre el triunfador de la tarde, ante la pésima corrida de El Pilar en la que destacó el remiendo del toro que le tocó en suerte al de Linares con el toro que se corrió en primer lugar con el hierro de Moisés Fraile.
Volvía Curro Díaz a la Maestranza tras la grave cogida sufrida en la pasada feria, de ahí precisamente su brindis al equipo médico, y cuajó una faena cargada de sensibilidad donde la pureza y la naturalidad de su toreo pellizcaron a los tendidos maestrantes.
Fue una faena templadísima, llena de matices en la que Curro Díaz estuvo inspirado y mostrando esa naturalidad que le es innata, fue una faena corta, basada en la mano derecha donde se vivieron los momentos más dulces y aunque con la mano izquierda bajó un poco la faena, no por ello perdió en intensidad. Mató de una estocada y cortó una oreja con muchísima fuerza, siendo acertada la decisión presidencial de negar la segunda. Con su segundo un manso al que algunos querían ver posiblemente reparado de la vista, poco pudo hacer.
El Juli, falló con la espada una de esas faenas triunfadoras de las que nos tiene acostumbrados y Manzanares nada pudo hacer con lo que le tocó en suerte, incluido el sobrero de Salvador Domecq. Mención aparte merece la cuadrilla del alicantino que una vez más desarrolló la profesionalidad que le caracteriza.
La tarde se apagó tras el primero y desde Barcelona nos llegaban noticias de una tarde triste cargada de expectación para el gran público pero de muy distinto peso, según los que la vivieron, de la vivida la tarde anterior.
Fotografía: Arjona/González Arjona-Aplausos
Fotografía: Arjona/González Arjona-Aplausos
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