Siguiendo a Morante llegamos a Huelva y allí nos encontramos con las cuatro orejas que cortó Miguel Ángel Perera, en nuestra opinión excesivas, si bien lógicas dado el ambiente de la Plaza, que vienen a demostrar la actitud del torero de La Puebla de Prior que supo meter en la canasta al buen lote que le tocó en suerte, lo mejor del encierro de Pereda-La Dehesilla.
No debemos de dejar de reseñar que los toros, de presentación muy justa y con algún que otro pitón que desprendía aroma de "after-shave", fueron faltos de casta y emoción.
Morante, vestido de rosa y oro y con el chalequillo abierto que dejaba ver la amplia pañoleta negra, no tuvo su tarde, si bien no es menos cierto que le tocó a que dudarlo el peor lote, y apenas podemos destacar detalles como el inicio de faena en su primero, con el que pasó las de Caín para matarlo, con unos preciosos ayudados por alto.
En su segundo, un toro con guasa y malas ideas que tiró varios derrotes se inhibió de la lídia lo que molestó y mucho al personal, lo que hizo que escuchara una fuerte bronca, que en nuestra opinión fue excesiva, tras haber aplaudido al toro en el arrastre. Ver para creer.
Por su parte Enrique Ponce, al que en esta plaza se le quiere casi como si fuera un torero propio, cortó una oreja en su segundo, tras una feísima estocada por la que el Presidente, creemos no debió de haber sacado el pañuelo.
Pero si algo de verdad fue destacable sin duda fue la faena de Perera a su primero, un toro de La Dehesilla con nobleza y clase, que puede pasar a la historia de estos 25 años de la Plaza de toros de la Merced, como comentaban por los tendidos de la plaza y fuera de ésta, en los corrillos de aficionados.
Con el capote, tras el recibo a pies juntos, y apenas picarlo en el caballo, le recetó un quite muy variado en que combinó chicuelinas, tafalleras, gaoneras rematándolo con una larga cambiada.No debemos de dejar de reseñar que los toros, de presentación muy justa y con algún que otro pitón que desprendía aroma de "after-shave", fueron faltos de casta y emoción.
Morante, vestido de rosa y oro y con el chalequillo abierto que dejaba ver la amplia pañoleta negra, no tuvo su tarde, si bien no es menos cierto que le tocó a que dudarlo el peor lote, y apenas podemos destacar detalles como el inicio de faena en su primero, con el que pasó las de Caín para matarlo, con unos preciosos ayudados por alto.
En su segundo, un toro con guasa y malas ideas que tiró varios derrotes se inhibió de la lídia lo que molestó y mucho al personal, lo que hizo que escuchara una fuerte bronca, que en nuestra opinión fue excesiva, tras haber aplaudido al toro en el arrastre. Ver para creer.
Por su parte Enrique Ponce, al que en esta plaza se le quiere casi como si fuera un torero propio, cortó una oreja en su segundo, tras una feísima estocada por la que el Presidente, creemos no debió de haber sacado el pañuelo.
Pero si algo de verdad fue destacable sin duda fue la faena de Perera a su primero, un toro de La Dehesilla con nobleza y clase, que puede pasar a la historia de estos 25 años de la Plaza de toros de la Merced, como comentaban por los tendidos de la plaza y fuera de ésta, en los corrillos de aficionados.
Con la muleta, en una faena basada basicamente por la mano derecha, bajó la mano llevandolo muy despacio. Tras una tanda por bernardinas lo mató de un estoconazo fulminante, dando una vuelta al ruedo entre aclamaciones.
Vinimos a ver a Morante y nos fuimos con el regusto de ver torerar a Miguel Ángel Perera, lo que siempre es agradable, lástima que este año no lo hayamos visto torear en Sevilla.
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