En estas noches en las que dicen que San Lorenzo llora sus lágrimas por el firmamento hemos recordado la soledad que hemos vivido en su parroquia sevillana durante las horas del Jubileo.
Y no deja de ser curioso, en una plaza donde no hace mucho se respiraba la vida, y no tenía porque ser en otras horas y en otras fechas, pues al aguardo de sus devociones la plaza era un hervidero de personas.
Pero es que la vida, cada día en estos barrios del centro se nos antoja más dificil, sobre todo para quienes no tienen la suerte de vivir en ellos, y que el venir a echar un rato de tertulia en cualquier bar es un autentico suplicio, sobre todo si para llegar hace falta previamente encontrar aparcamiento, y si en el mejor de los casos vienen andando, pasa por tener que sortear las eternas obras que circundan sus calles.
Hoy día del Santo de la Parrilla, nos hemos entristecido al contemplar la soledad del barrio, esa otra soledad que cada día habita más entre sus cales y que es la soledad que cada día se muestra más en esta ciudad a la que parece que algunos quieren aislar aún más de si misma, lástima que esos que lo intentan olviden que la verdadera fuerza de esta ciudad, esa que mueve masas que no entienden ni de Cecop ni de pieles sensibles, habita en este mismo lugar y que en el bálsamo de su mirada, tantos encuentran remedio para esas soledad y esa amargura que los hombres cultivan en su interior.
Y no deja de ser curioso, en una plaza donde no hace mucho se respiraba la vida, y no tenía porque ser en otras horas y en otras fechas, pues al aguardo de sus devociones la plaza era un hervidero de personas.
Pero es que la vida, cada día en estos barrios del centro se nos antoja más dificil, sobre todo para quienes no tienen la suerte de vivir en ellos, y que el venir a echar un rato de tertulia en cualquier bar es un autentico suplicio, sobre todo si para llegar hace falta previamente encontrar aparcamiento, y si en el mejor de los casos vienen andando, pasa por tener que sortear las eternas obras que circundan sus calles.
Hoy día del Santo de la Parrilla, nos hemos entristecido al contemplar la soledad del barrio, esa otra soledad que cada día habita más entre sus cales y que es la soledad que cada día se muestra más en esta ciudad a la que parece que algunos quieren aislar aún más de si misma, lástima que esos que lo intentan olviden que la verdadera fuerza de esta ciudad, esa que mueve masas que no entienden ni de Cecop ni de pieles sensibles, habita en este mismo lugar y que en el bálsamo de su mirada, tantos encuentran remedio para esas soledad y esa amargura que los hombres cultivan en su interior.
1 comentario:
Esas mañanas de otoño, de invierno, de primavera, la misa de 12 y media con el Señor,después la visita a la Soledad y las cervezas en la bodeguita de San Lorenzo mientras hojeo el periódico, donde mi hija dice que se come las mejores tapas de ensaladilla del mundo entero, recrearse viendo las facturas, los albaranes, las nóminas de hermanos... toda la poesía y vivencia de Joaquin Romero Murube...esos momentos son maravillosos y únicos, cuando además se vive condenado en un gueto de la Macarena a pesar de su vida y multiculturalidad, en San Lorenzo está mi alegría, mi sueño,mi dolor de Sevilla, soy de ese barrio aunque no tenga la suerte de vivir en él, porque todo lo bueno que hay en mi vida está relacionado y unido con su plaza y su barrio.
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