Hay decisiones en esta vida que por mucho que la intenten justificar no tienen justificación posible y menos cuando las posibles respuestas pasan por el aro de la política, y así bien pareciera que la no designación de Córdoba como capital cultural para 2016 hubiera sido como un jarro de agua fría sobre tantas ilusiones que se habían forjado sobre un trabajo serio durante diez años que había calado en la ciudadanía.
Bien pareciera que a Córdoba, pero también a las otras ciudades candidatas, les hubieran robado la cartera
de la capitalidad cultural bajo la justificación de que la elección de San Sebastián, una ciudad que nos encanta todo hay que decirlo, pero que en las actuales circunstancias dudamos mucho que fuera el mejor exponente de la cultura española.
Pero volviendo a Córdoba, la no designación tira muchas ilusiones por el puente (romano) y deja un sabor agridulce de tanto como hasta la fecha se ha estado realizando, pero Córdoba es mucho más que una capitalidad cultural, mucho más que una marea azul, mucho más que el foco de referencia cultural que ha desarrollado durante estos últimos años, por eso hoy quitamos de nuestro balcón la banderola azul que tenía este blog apoyando la capitalidad cultural pero ponemos este corazón azul que tiene que seguir latiendo, porque Córdoba es mucho más que la capitalidad de un año, porque es la cultura misma que lleva el padre Betis saltando en sus aguas, la perla de las tres culturas que vió nacer bajo su cielo a quienes habrían de iluminar al hombre en su época y que hoy por los designios de la politica no puede ni debe dejar de ser ese corazón cultural de Andalucía que admiramos y sentimos como propio.
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