martes, 21 de septiembre de 2010

Corinto y azabache


 Yo te sueño torero, vestido de corinto y azabache, con la montera calada, liado en el capotillo de paseo, la coletilla gitana, y con ese andar distraido, tan tuyo, mientras recorres el albero y por algún tendido alguien te musita versos.
Yo te sueño torero, corinto y azabache tu vestido, capote de brega entre las manos, las vueltas añiles y las muñecas suaves, casi dormidas, que citan con gracia y esperan, porque los duendes raros de la inspiración han dicho de salir para cantarle al mundo su gracia toreadora, -cante grande es el toreo-, y llegan aromas de Jérez, y suenan ya palmas por bulerías, que el genio ha salido para cantarle al mundo su esencia...
Así te sueño yo, de corinto y azabache, verdes los cabos de tu vestido y las manos bajas, con la muletilla  y el estoque de fragua, tan torero y tan flamenco, tan artista y tan gitano, llenando de torería el sueño del toreo, que pasa como la vida en un instante y se queda para siempre, eterno en el recuerdo...
Así sueño yo a Rafael Soto Moreno, jerezano de la calle Cantería, Rafael de Paula en los carteles, corinto y azabache, la música callada del toreo... pero nos quedaremos siempre con aquella tarde, su última tarde en su Jerez, cuando en un golpe de torería, sabedor de que el cristal de sus rodillas no podían responder a lo que sus muñecas querían, después de hacernos soñar el toreo, el hombre que vestía de corinto y azabache, nos despertó a todos con la rabia de su eterna torería.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El más grande. Tal vez el más libre.