El sol buscaba ocultarse tras la franja anaranjada el horizonte, mientras nuestra mirada parecía no querer despedirse del verano más hermoso, el verano en que empezastes a caminar por la arena fresca de la playa, allí donde para siempre quedaron tus pequeñas huellas marcando timidamente, casi rozándola la dorada tierra que el agua al irse llenaba de sargazo.
Nuestra mirada parecía clavarse en el sol como queriendo que la luz no se marchara para que este verano no se fuera...
Lástima que el sol se escondió tras el horizonte que tornaba del anaranjado al malva y que tus pequeñas huellas se las llevó la marea. Pero no te preocupes, mi vida, que pronto volveran a florecer tus huellas en la bajamar.
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