Anda el tiempo revuelto, más que revuelto, removido, desde el enfrentamiento de las figuras y la empresa Pagés, comunicado va, comunicado viene, y el silencio maestrante que hoy visten de Esperanza pregonera, mientras una obra (de arte?) sigue secuestrada a estas alturas, para no tener que responder a todas esas preguntas de cánones, contratos y parabienes que nunca harán quienes usted y yo estamos pensando...
Y en medio de estos temporales en el que el único perjudicado es el aficionado que pasa por taquilla, nos encontramos con Valdemorillo, la vuelta de Escribano y con una ciclogénesis explosiva llamada Paulita, del que hace años nos contaban y no paraban quienes tuvieron la oportunidad de verlo, pero que nosotros apenas pasamos de verlo alguna vez anunciado en El Puerto y como siempre en Zaragoza.
Y es que Paulita, la otra tarde nos conmovió con esa verdad que atesoran aquellos toreros que tienen una verdad que decir y la cuentan, esa verdad que tienen los elegidos, aunque toreen poco y encima no los veamos, y lo que es peor, apenas nos lo cuenten. Paulita fue en la tarde del pasado domingo esa ciclogénesis explosiva que tanto busca el aficionado pero que ay, es tan rara como el propio fenómeno meteorológico, por eso sería tan necesario verlo de nuevo y confirmar que aquello, afortunadamente no fue la conjunción de temporales en días revueltos para la Fiesta.
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