Sí, ya lo se, que ha pasado una semana desde aquel momento sublime que duró una eternidad y que quizás sigue durando, en quienes sentimos como se paró el tiempo. Sí, ya lo se, que después han pasado tantas cosas, desde Sevilla a Bostón pasando por la calle Gitanillo de Triana y terminando en Escribano con Datilero... Pero el tiempo, a pesar de todo, sigue parado justo desde ese momento, cuando las manecillas del reloj del antiguo Palco de la Diputación marcaban las 7 menos 10 de la tarde del lunes 15 de abril, festividad de San Telmo... y desde entonces la vida fue otra, aquella media que rompió la Feria y ya nada fue igual, alguien nombró después a todos los genios que han toreado con un capote, pero para entonces ya estábamos extasiados por el aroma inconfundible -de Triana, de San Bernardo, de Camas...- del sublime genio cigarrero, que devolvió al albero todos aquellos sueños pasados, toda ilusión que era tangible realidad y no quimera. Y desde entonces, no hay hora que no seamos capaz de intentar emular al soñador, al artista, al que nos hace soñar y torear al aire aunque sea con una simple servilleta para emular al torero que hizo creer a tantos incrédulos, a quien llenó de fe tantas ilusiones muertas, porque hasta quien no lo vió, y hasta bromeaban con la media tostada del desayuno o con la media botella de Manzanilla (San León... por supuesto) de la primera mañana de Feria, se rendían ante la evidencia de la realidad cautivadora de la reproducción sin alma de aquella media por la foto del periódico o la imagen de televisión enlatada horas después.
Morante, con su media despertó a tantos dormidos y paró los corazones de quienes quedamos ciegos por el rayo de luz inalcanzable de su torería y desde entonces, igual que Pepe Luis espera con su cartuchito de pescao mirando eternarmente a su Plaza, Manolo Vazquez espera de frente en la eterna tarde de un día de Corpus y Curro vuelve a hacer su desplante ante el Flautino del aire del Arenal, Morante sobre el mismo monte del Baratillo cinceló con el bronce de sus muñecas y la fragua de su capote el mejor monumento que pudo hacer un torero a una media verónica.... Esa que aunque algunos sigan sin creerlo, sigue dando en lo más profundo del alma, de quienes lo vivimos una tarde de toros en Sevilla.
Fotografía: López Matito http://www.lopezmatito.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario