Enero avanza con sus días de lluvias, chaparrones de la vida que calan hasta lo más hondo de nuestra alma dejando los surcos de los goterones resbalando por los cristales; y con las heladas de sus noches frías, esas que en el interior del hogar ni te enteras, al aferrarte en estas noches de ausencias, al calor de aquellos besos que se habrán quedado impregnado con tu aroma entre las sábanas y que seguro servirán para ahuyentar la escarcha que la madrugada dejará a su paso al rayar el alba.
María, seguramente, ya esbozará desde su cuna de viaje aquellos balbuceos de sus conversaciones inacabables que se guardarán para siempre en el azabache de su mirada, mientras tú te aferras al sueño deseando que no suenen los sones solemnes de aquella marcha que a modo de despertador te hará darte de bruces con la realidad, aquella que no es otra que la de sus ausencias.
Y así estarás, huérfano de sus besos, aquellos besos que te sirven para vivir cada día y para remontar tantas cosas en el camino, los besos siempre prestos de quienes son tu vida y tu esperanza y que tanto echas de menos en estas mañanas cuando no los tienes, que en la vida cotidiana, se valora tanto lo que es ajeno que hasta que no pierdes aunque sólo sea por un instante lo que es tuyo, no sabes cuanto te duelen aquellas cosas que son de verdad parte de tu vida.
Vuelta al pasado, como tantas veces, volver a estar aferrado al teléfono, al correo electrónico, a la webcam o incluso al facebook para sentir vuestros besos, los besos de nuestra vida, esos besos huérfanos con los que hoy amanecemos, pero por los que también hay que dar gracias en estas mañanas, porque por mucho que duela vuestra ausencia, sabemos que a diferencia de aquellos besos del pasado, vuestros besos de hoy son los del presente de nuestra vida, en la que si no estuvierais, no tendría sentido hoy, este sentimiento de ausencia.
2 comentarios:
Precioso texto Jose luis y si escuchas la cancion de fondo de mi blog ya ni hablamos....
¡Que bonito! ¿dónde irán los besos que no damos? esos besos que siempre nos arrepentiremos de no haber soltado.
Yo tengo un buen puñado, sobre todo, uno que me pesa especialmente.
Con lo cual, un beso para ti.
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