Hay
tardes en que pesa, y de que forma, lo ocurrido la tarde anterior, aunque lo
ocurrido en aquella hubiera sido muy poco, pero la excepcionalidad del recibo a
la verónica de Juan Ortega en la corrida de ‘Juanpedro’ hubiera quedado en el
recuerdo de los aficionados y en la azoteílla de la antigua grada, mirando a
Triana, los cabales comentaran y compararan los lances con aquellos otros que dieron
aquellos toreros, ya lejanos que ya sólo viven en la evocación de una tarde de
toros en la memoria.
La corrida de Garcigrande-Domingo Hernández se puede dividir en dos bloques por un lado dos toros que no brillaron en exceso, y cuatro toros interesantes siendo tres de ellos de esos toros del tipo que demandan quienes se anuncian con esta ganadería. El Juli le correspondió uno de estos, con el sobrero primero con el que estuvo poderoso con la mano derecha y tras matarlo a su forma, tuvo una petición de oreja que no fue atendida. Roca Rey cortó una oreja del sexto un toro noble y manejable con el que el peruano se pegó un arrimón y dando una estocada volcándose sobre el animal, pero el lote sin duda se lo llevó Miguel Ángel Perera al que su primero, un toro mano y bronco con el que pudo sacar un par de buenas tandas por la mano derecha, lo mató de un feo espadazo y luego le tocó 'Jerifalte', un toro con casi seis años cumplidos, pero con destellos de lo mejor de su estirpe .
El toro ya dejó muestras de su condición de salida y le permitió lucirse al de La Puebla de Prior con el capote como no le recordábamos en esta plaza. Jerifalte era un toro que ilusionaba, fue dejado crudo en el caballo, como es marca de este torero, siendo la brega por parte de Curro Javier y al que Javier Ambel le puso un par de gran exposición. Ya en la muleta, Perera citó al Garcigrande con un inicio de rodillas con pases cambiados en el centro de la plaza y el toro evidenció que tenía unas condiciones extraordinarias que iban a más, Perera lo toreó con la derecha, e iba recortándole los espacios con mucho mando y tras una serie con la mano izquierda, el toro que dio muestras de sentirse atosigado porque demandaba distancia, salió de la muleta perdiendo la estabilidad, y ahí perdimos la ilusión. 'Jerifalte' ya no volvió a ser el que era. Aun así regaló algunas embestidas más y tras matarlo Perera de una estocada cortó sólo una oreja de un toro, que en nuestra opinión, con otro planteamiento de faena, y sin el costalazo, quien sabe si no hubiera sido un toro para triunfar y bubiera erecido un premio mayor que la ovación que se llevó en el arrastre.
Foto: Arjona – Toromedia
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