La mañana, debía de haber
amanecido temprano, aun con el regusto de lo vivido cuando acompañábamos a la Virgen de las Aguas de
regreso a su templo. Un desayuno rápido, con marchas de fondo, siempre iniciado
con los compases de Lerate, himno de los días importantes de nuestra casa y un breve paseo para acercarnos
a los templos, San Esteban, San Nicolás, Santa Cruz y la Universidad para tras
musitar una oración ante el Catedrático, poner rumbo a San Lorenzo.
Ya se divisa la torre de la iglesia
tras los altos árboles por Cardenal Spínola ya se ven las solapas decoradas por
las banderitas rojas y azules junto con las moradas del Señor, la cola del
Besamanos serpentea la plaza, mientras hay niños que corretean con sus medallas
puestas –como tú lo hacías, que la infancia siempre vuelve a visitarte esta
mañana- y en la contraluz de San
Lorenzo, resalta el dorado del paso. Casi te estas poniendo la medalla, cuando
alguien te asalta y te da un abrazo mientras te dice al oído“-Buena Estación
esta tarde”. Las caras sonrientes de la felicidad plena de esta mañana, te van
acercando hasta los pasos, mientras hay saludos, abrazos, palmadas, besos… “-Hay
que ver lo guapa y mayores que están tus niñas, yo que te recuerdo vestido de
naveta de la mano de tus padres en una mañana como esta, Pepito”
Y así hay reencuentros, amigos
que se interesan por algún detalle, gente que se acercan por primera vez a la
Semana Santa de Sevilla en esta mañana, “-Y como dice usted que se llama la
Virgen, ¿de la Soledad?, no la Soledad sale el Sábado Santo, esta es la del
Dulce Nombre que sale esta tarde”… Y así se va consumiendo la mañana, igual que arde el humo del pebetero en el paso del Señor, alguien
que recuerda a los que se fueron, y que hacen que nos brillen los ojos, acercarse
a ver la lista con la nómina de la Cofradía, para que a los que les hemos legado
aquello que nos legaron, aprendan esos ritos que ellos habrán de legar.
Una cerveza en la Bodeguita, como una manzanilla helada en el Eslava, es
parte de esos ritos, mientras alguien te
recuerda que es la hora de salir para casa, para el rito de la tarde… pero eso
ya será otra historia.
Pero esta mañana la historia es bien distinta, a esta
misma hora que debería de estar pasando esto, ando en casa, embriagado de esa añoranza,
de esa melancolía de lo no vivido, Saudade de un Martes Santo que nos ha tocado
vivir.
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