Apenas quedaban unos minutos para que el viernes se vistiera de madrugada de sábado, cuando el llanto de la vida rompió en el paritorio de aquel hospital regalándonos la emoción de quienes te esperábamos como agua de mayo, para borrar dudas escondidas y llenar con tu mirada, aún inocente, las luces de nuestra existencia. Por que si hasta ahora, nuestra vida la marcaba el ritmo del corazoncito que llegó hace dos años, ahora, son vuestros dos corazones los mejores motores para seguir adelante.
En tu mirada perdida creimos encontrar las ilusiones renacidas y al mirar el reloj de aquella sala hospitalaria nos dimos cuenta de que era viernes, y recordamos que la última vez que estuvimos allí era martes, para algunos serán casualidades del destino pero para nosotros fue el recuerdo de una túnica persa, del alfa de la vida que nace en esta alta noche de viernes y empieza a buscar sin saberlo el omega del día postrero; tantas cosas que pasaran entre la Dulce mirada de un Martes y el Poder de un Viernes eterno, tenía que ser viernes, porque las cosas no ocurren de cualquier manera y desde entonces mi vida el Gran Poder de nuestras vida vela tu existencia, que no hay mejor ofrenda que poner la vida que nace en las manos del Que todo lo Puede, el gran pilar de nuestras vidas, el mármol rojo de nuestras plegarias, el consuelo de nuestras penas y siempre la causa de nuestras alegrias.
Ya has llegado Ana, y contigo ha nacido ya, nuestra nueva primavera.
4 comentarios:
Que Ellos la bendigan desde sus moradas en la Plaza de la vida...
Manolo.
Enhorabuena por esos dos preciosos años ya.
FELICIDADES.
Saludos
Deseando estamos de conocer a Ana.
Un abrazo don pepeluis.
Me alegro mucho por vosotros. Un abrazo
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