Había cruzado la vieja dama bajo un sol de justicia aquel puente engalanado desde el Muelle de la Sal, buscando el bello edificio con forma de mechero donde se cobija una devoción antigua y marinera; contaban que la promesa era antigua, tanto que cuando aún no existía la nueva capilla ya llegaba hasta aquel punto junto al Altozano para dejar una oración y una ofrenda de flores frescas.
Podía dejar esas mismas oraciones ante otras imágenes de la misma advocación pero por algún motivo llegaba hasta este punto, quizás porque en ese mismo punto se fraguó un lejano día una promesa de un escapulario al cuello y flores frescas cada 16 de julio.
Quizás nada tenga ya sentido, porque los autenticos protagonistas de esta historia hace bastante que ya no están en este mundo, pero sólo se, que en recuerdo de aquella promesa hoy dejaremos nuestra ofrenda de claveles rosas a la puerta de la capilla del Puente, aromas marineros de un barrio, tradición heredada de quienes nunca se sintieron trianeros, pero que venían cada 16 de Julio a rezar una Salve ante la imagen que bendice a quienes pasan cada día por el puente, ya sea para cruzar hasta Sevilla o para volver a enredarse en las redes marineras del barrio, que oh casualidades de la vida, del que un día partimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario